domingo, 25 de marzo de 2012

Confucio: "el gobierno opresor es más terrible que los tigres"


“Al pasar junto al monte Thai, Confucio avanzó hacia una mujer que lloraba amargamente junto a una tumba. El Maestro se apresuró y llegó rápidamente hasta ella; entonces envió a Lze-lu para que la interrogase. "Tus lamentos - le dijo - son de quien ha sufrido un dolor tras otro". Ella replicó: «Así es. Una vez el padre de mi marido fue muerto aquí por un tigre. Mi marido fue también muerto y ahora ha muerto mi hijo del mismo modo». El Maestro dijo: « ¿Por qué no dejas este lugar? ». La respuesta fue: «Aquí no hay un gobierno opresor». El Maestro dijo entonces: «Recordad esto, hijos míos: el gobierno opresor es más terrible que los tigres».”

martes, 20 de marzo de 2012

¿Sexismo en el lenguaje o en las mentes?

Desde que la RAE criticó varias guías de lenguaje no sexista a través de un informe que el académico Ignacio Bosque publicó en El País, se ha creado un verdadero incendio de opiniones a favor y en contra. Algunos han salido en defensa del "todos y todas" mientras otros intentan entender por qué se considera sexista hablar como se ha hecho siempre, con un masculino genérico (o no marcado) e incluyendo a las mujeres dentro de los plurales acabados en -o. Quizá habría que estudiar la actitud de la gente que utiliza las palabras, antes que los términos en sí mismos.

La investigadora en Traducción y Ciencias de la Comunicación Olga Castro publicó un artículo en el que explicaba por qué hacía falta un lenguaje distinto al actual, en el que las mujeres pudieran tener visibilidad y no tuvieran que sentirse discriminadas. Uno de sus argumentos era que la especie humana piensa con palabras y categorías gramaticales y, por lo tanto, mediante el lenguaje crea una representación cognitiva de la realidad. Así, si se dice "los trabajadores" se excluye a las mujeres de la realidad que representa el concepto y se refiere exclusivamente a los trabajadores hombres. Sin embargo, la realidad existente se entiende a través de la mente gracias a mecanismos de relación acordados socialmente, por lo que si un niño aprende desde pequeño que si tiene amigos y amigas, al decirlo en plural puede decir directamente amigos y estar incluyendo de este modo a todas las personas con las que mantiene amistad, no hay discriminación alguna.

Otro de los argumentos de Olga Castro era que para alcanzar una sociedad igualitaria era necesaria la contribución del lenguaje. Pero la evolución de la mujer en la sociedad española ha sufrido grandes cambios en los últimos 60 años y el lenguaje no ha sido la causa. Las posibilidades de trabajo, de educación, de decisión y opinión para las mujeres han dado un giro para mejor gracias a la mente de una sociedad que ha progresado y a la legislación que se ha creado por esta misma razón. Aún queda bastante camino por recorrer, eso es cierto, pero el lenguaje no será el que determine los avances en este aspecto, como no lo ha sido en ningún momento a lo largo de la historia española.

Se suele utilizar la palabra "hombre" para referirse tanto a una persona de sexo masculino como para hablar de la especie humana. Muchos consideran que esto es síntoma de que el lenguaje utilizado mayoritariamente es sexista. El problema es que el sexismo no se esconde tras ciertas palabras, sino tras algunas expresiones. Al decir "todos los alumnos del colegio hicieron huelga" se entiende, por consenso social en torno al lenguaje y porque la gramática así lo dispone, que se refiere tanto a alumnos como a alumnas y, por lo tanto, no se puede considerar lenguaje sexista. Pero en la frase "vendrán los directivos con sus mujeres" no hay razones objetivas para que los directivos vengan con sus mujeres, ya que algunos directivos pueden ser también mujeres y, en ese caso, cabe la posibilidad de que fueran acompañadas por sus maridos. En esta expresión sí se aprecian tintes sexistas, pero no por una palabra en sí ni por ningún concepto concreto, sino por la actitud machista que se esconde detrás.

Cambiar el género de ciertos sustantivos o acompañarlos de adjetivos y determinantes masculinos y femeninos con la intención de que la mujer tenga mayor visibilidad en el lenguaje no es la solución para seguir caminando hacia una sociedad más igualitaria, en la que no existan diferencias entre hombres y mujeres. El sexismo está en la mente de muchos que no consideran a las mujeres al mismo nivel que a los hombres, pero decir "compañeros y compañeras" no va a hacer que éstas sean vistas de otro modo por aquéllos que las infravaloran. El lenguaje es una forma de comunicación que responde a acuerdos sociales plasmados en la gramática. Sería mejor preocuparse por avanzar en vez de querer cambiar normas asentadas en la sociedad que por sí solas no discriminan a nadie.

martes, 13 de marzo de 2012

Bolonia sin crédito


Las universidades españolas llevan cuatro años albergando estudios de grado. Estas carreras, que deben impartirse siguiendo un sistema educativo determinado por el Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) y enfocado hacia la actividad profesional, requieren menor número de alumnos por clase que en las antiguas licenciaturas. Pero en España la implantación del nuevo sistema ha llegado acompañada de la crisis económica, lo que ha supuesto que cada año el presupuesto para las universidades descienda, tanto en materia de gasto corriente, como en el plan de inversiones. Esto provoca que las aulas sigan masificándose. La falta de dinero ha convertido un producto con posibilidades de éxito en un serio problema para todos aquellos que cursan un grado al lado de otros ochenta, noventa, o cien compañeros en la misma situación. Y es que como dijo Guy Haug, asesor de la Comisión Europea para Asuntos de Política Universitaria, “…no hay cambio sin dinero”.

En 2008, el último año de bonanza económica, en la Comunidad de Madrid se destinó un 30% más a las universidades públicas que en 2012. Lo que significa que todo lo referido al Plan Bolonia ha llegado a España para sustentarse por sí mismo, sin ayuda de los poderes públicos que apostaron por él. Y como en todo, las comparaciones son odiosas. Los países del centro y norte de Europa tienen una educación superior puntera. Solución: imitar su modelo. Allí se destina un alto porcentaje del PIB a las universidades. Solución: recortar de donde se pueda pero seguir adelante con el proyecto del EEES, porque de lo contrario España se quedaría atrás respecto a Europa. Esa postura es la que ha conseguido que Bolonia no funcione en España. La metodología activa de debate sobre temas estudiados previamente en casa, uno de los pilares básicos del nuevo sistema, no obtiene buenos resultados cuando hay demasiadas personas que deben intervenir en la hora y media de clase. Los más atrevidos consiguen hablar, pero la mitad de los argumentos se quedan en el tintero. Son acallados por el reloj.

Las actividades prácticas incluidas en las guías docentes de las asignaturas se diseñan para ser repetidas varias veces durante el curso. Pero cuando toca repartir los escasos laboratorios entre el total de alumnos, las cuentas no salen, y la habilidad que debía haber adquirido el alumno tras varias sesiones de prácticas se convierte en un recuerdo casi anecdótico de lo que en el futuro será su actividad laboral.

La inversión privada se abre camino en la financiación de las universidades. Según un estudio de Eurostat de octubre de 2011, España está por debajo de la media europea en cuanto a la inversión privada de la educación (12,9% del gasto total frente a un 13,8% de media europea). Esta salida se está barajando en los despachos del Ministerio de Educación, como anunció el pasado 9 de marzo la Secretaria general de Universidades, Amparo Camarero, como propuesta de mejora de la enseñanza universitaria. Es la alternativa que se está barajando para poder aumentar el presupuesto, ya que serían las empresas las que asumirían parte de los gastos, y así poder reducir, entre otras cosas, el número de alumnos por clase.

Durante el curso 2010/2011, con 423 grados distintos cursándose en las aulas, los informes de evaluación seguían posicionando a la educación universitaria española en muy buen lugar: dos de las universidades madrileñas se encontraban entre las cien mejores del mundo. Este nivel de excelencia ha sido recordado reiteradamente por la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, que aprovechó la apertura del curso académico 2010/2011 para calificar de “esfuerzo singular” la inversión destinada a las universidades públicas por el Gobierno Regional a pesar de la crisis.

Pero los informes no pueden conocer del todo la realidad. Por mucho que intenten ser fieles a ella, hay aspectos que se escapan a las estadísticas. La excelencia hay que verla en las aulas, en el día a día de miles de alumnos a los que se les prometió un nuevo modelo educativo, gracias al cual podrían participar y adquirir habilidades prácticas útiles para su futuro, y que en cambio encuentran un sistema sin desarrollar, que aplica unas características del Plan Bolonia y deja pendientes otras, porque los recursos siguen siendo insuficientes.

El esfuerzo económico que hace la Comunidad de Madrid en tiempos de crisis puede tener como objetivo la mejora de la enseñanza universitaria. Pero el resultado no se corresponde con las intenciones. La aplicación de un modelo que se ajusta al EEES debe ir siempre del brazo de un aumento significativo de la financiación. Y la coyuntura económica de los últimos cuatro años no ha permitido que esto ocurra. En cambio, el Plan Bolonia ha seguido llegando a las aulas universitarias españolas, de uno u otro modo.

La cultura de la apariencia supone no querer reconocer lo que se tiene realmente. Y la implantación de los estudios de grado en España tiene bastante de esto. No es problema de un plan que se firmó en Italia en 1999, sino de la insistencia de seguir formando parte de un proyecto en el que el resto de jugadores puede apostar mucho más alto. Cada país debe conocer sus posibilidades, y España no lo ha hecho. Y entonces, surge la pregunta: ¿Bolonia funciona? Puede, pero no así.

martes, 6 de marzo de 2012

Volando sobre la Tierra por la noche

Este pasado día 5 en la página diaria de la NASA Astronomy picture of the Day, se lucían con este vídeo. Espectacular y conmovedor tener el privilegio de poder disfrutar de estas imágenes. (Recomiendo ver a pantalla completa)


miércoles, 22 de febrero de 2012

La cultura sigue buscando su hueco en Internet

Los servicios P2P y los videoclubs online toman posiciones tras el cierre de Megaupload


Cuando un muro opaco se resquebraja deja al descubierto todo lo que se ocultaba tras él. Así, Megaupload ha desaparecido dando el relevo a viejos compañeros a los que en su momento quitó el protagonismo, como el P2P, o a algunas nuevas incorporaciones a la distribución cultural en Internet, como son los videoclubs online, concepto que deriva del término inglés VoD (Video On Demand).

Desde la caída del cyberlocker de Kim Dotcom, las formas alternativas de consumo de cine y música a través de la red han experimentado un aumento en su clientela. Hace más de una década que la cultura se transmite a través de Internet, y desde entonces no han conseguido separarse. Los usuarios siempre han sabido encontrar lo que buscaban. Ya desde 1999 Napster permitía compartir archivos mp3 entre usuarios, y cuando éste fue demandado, Audiogalaxy y otros retomaron el camino del P2P hasta llegar en 2003 al conocido asno de intercambio de archivos: E-Mule. BitTorrent fue otro de los grandes en ese ámbito, pero el streaming abrió un nuevo horizonte a los internautas ávidos de cultura: consumir sin descargar, directamente desde la nube.

Recompensas

Una de las razones por las que Megaupload se consideraba ilegal eran las recompensas a los usuarios que subían los contenidos más populares. Precisamente esas recompensas que otras aplicaciones similares como Fileserve, VideoBB y Videozer han eliminado desde que el FBI cerró Megaupload el pasado 19 de enero. Los llamados uploaders conseguían ciertas cantidades de dinero por dar de alta los contenidos en plataformas como Megaupload o Megavideo.

Y mientras unos servicios se disponen a modificar sus prácticas habituales para asegurar su permanencia en la red, otros como Rapidshare presumen de no haber incurrido nunca en ese tipo de acciones: las recompensas no formaban parte de la política de esta web, lo que les ha permitido mantenerse íntegros.

Nuevos horizontes

Pero cultura en Internet no tiene por qué ser sinónimo de ilegal. Desde 2005 una serie de servicios de consumo cultural online se han ido abriendo paso en paralelo a Megaupload, considerados por la industria como “legales” ya que su consumo tiene un pequeño coste. Filmin, Cineclick, Wuaki.tv, Filmotech o Netflix son algunas de las plataformas VoD, que permiten ver películas y series a la carta siguiendo el modelo del pionero iTunes dedicado a la música.

Todo esto demuestra la constante persecución de los internautas por acceder a la cultura a través de la red. Y no sólo de los internautas, acusados en tantos casos de no reconocer el trabajo de los artistas, sino también de algunos autores a favor de una nueva modalidad de distribución de su obra. Ejemplo de ello es el apoyo que ofrecieron grupos como The Offspring y Smashing Pumpkins a Napster en el año 2000. Compartir contenidos a través de Internet ha supuesto pérdidas para algunos de los artistas más reconocidos, pero también ha dado popularidad a otros que estaban empezando o que simplemente no habían tenido su oportunidad de ser vistos por el gran público debido al eclipse de los gigantes musicales.

Leyes antipiratería

SOPA, PIPA, Sinde y ACTA son algunas de las siglas que más temen los internautas. Leyes denominadas “antipiratería”, que pretenden acabar con la posibilidad de lucrarse del trabajo de otros a través de Internet. Pero también prohíben la posibilidad de compartir contenidos libremente, lo que supone la vulneración de derechos fundamentales. El problema llega hasta el punto de que el texto de la ley ACTA considera infracción la mera publicación en redes sociales de enlaces a contenidos con copyright. En el caso de que ésta se aprobase finalmente, la información dejaría de ser pública para convertirse en privada. Pero antes de su firma definitiva estas leyes tendrán que superar más de un obstáculo, como el recurso de la Asociación de Internautas (AI) contra la ley Sinde-Wert admitido a trámite por el Tribunal Supremo. Víctor Domingo, presidente de la AI, considera que “el reglamento arrebata a la Justicia su potestad para dilucidar asuntos que pueden afectar a derechos fundamentales como la libertad de expresión y la de información, para entregárselos a una comisión administrativa”.

Pese a estas leyes y otras anteriores, que siempre han tenido un fundamento de protección a los creadores, independientemente de que su texto fuera más o menos permisivo con los consumidores a través de la red, las visitas a los distintos servicios de consumo de cine y música online nunca han dado tregua. Pocos meses antes de su cierre, Napster contaba con 13,6 millones de usuarios. Audiogalaxy heredó gran parte de esa clientela, que luego pasó a ser la del protocolo Gnutella. Debido a que los servidores centralizados hacían más difícil la permanencia de estas aplicaciones, comenzaron a ganar popularidad las redes como Kazaa y Ares, que evolucionaron hacia el eDonkey2000, el eMule y el veloz BitTorrent.

Megaupload llegó a suponer el 4% del tráfico de Internet, contaba con 150 millones de usuarios registrados y un tercio de los mismos utilizaba el servicio diariamente. El 19 de enero de 2012 el FBI cierra esta web, situada entre las 72 más visitadas del mundo. Al día siguiente, los usuarios habituales ya empiezan a notar la ausencia de Megaupload y deciden seguir consumiendo cultura a través de otras vías online, en este caso redes de intercambio peer to peer, como demuestran las estadísticas de Inoque, empresa que controla los paquetes que circulan por Internet. Según las cifras, BitTorrent y eDonkey son los relevos elegidos por los usuarios para acceder a contenidos culturales. Entre 2011 y 2012 los registros nuevos en aplicaciones P2P han aumentado en casi 200.000. El streaming sigue vivo en parte gracias a los videoclubs online que poco a poco van abriéndose paso tanto en EEUU como en Europa, y en concreto, en España, donde aún es pronto para aportar datos sobre su consumo y ofrecer una valoración de los mismos.

Acudir al cine a ver una película siempre va a ser una experiencia distinta a disfrutar del mismo producto en una pantalla doméstica, ya sea un ordenador, una televisión convencional o un SmartTv. Si el precio de las salas de cine se viera reducido quizá aumentaría la taquilla, pero el consumo y el intercambio de cultura a través de Internet no desaparecería, porque este tipo de práctica ya se ha afianzado en la vida de millones de usuarios. Instalar un software en su ordenador, buscar, por pocos que sean, los enlaces de descarga directa adecuados, pagar una tarifa plana para ver en streaming un número ilimitado de películas al año o abonar una pequeña cantidad por una canción son sólo algunos de los trámites que los internautas van a llevar a cabo para conseguir su objetivo: consumir cultura a través de todas las vías existentes a su alcance.

lunes, 13 de febrero de 2012

"la ciencia ha hecho inevitable que todos vivan o que todos mueran"

"En otros tiempos, los hombres se vendían al diablo para adquirir los poderes mágicos. En nuestros días adquieren ese poder por medio de la ciencia y se ven en la necesidad de convertirse ellos mismos en diablos. No hay esperanza para el mundo mientras el poder no sea domeñado y puesto al servicio, no de este o de aquel grupo de tiranos fanáticos, sino de toda la raza humana, blanca, amarilla y negra, fascista, comunista y demócrata, pues la ciencia ha hecho inevitable que todos vivan o que todos mueran." Bertrand Russell, El poder: Un nuevo análisis social (Capítulo: Caudillos y secuaces)

 Bertrand Russell

martes, 10 de enero de 2012

Reflexión sobre la felicidad

A continuación os presento un texto que me ha enviado mi amigo Linkshänder para que publicara en una de las entradas de "los simposios de Donnie y Frank", es decir, aquí. Es un texto en el que reflexiona sobre la felicidad, sus formas, sus vías y otros muchos aspectos más sobre esta amante esquiva:

        "Recordando cierta discusión en un autobús en que intervino el administrador de este blog y teniendo en cuenta que estoy manteniendo ahora un debate muy intenso con un compañero filósofo acerca de lo mismo, me he decidido a hablar de lo más cercano y a la vez lo más difícil de todo lo que se puede tratar: la felicidad.
En un primer momento, parece muy fácil responder que la felicidad es lo que cada uno hace de ella. Esto tiene muchos problemas porque de alguna manera apreciamos que no toda la felicidad tiene el mismo valor. No admitimos la felicidad del pederasta, pero sí la del padre de familia que juega con su hijo. Tampoco parece lo mismo alcanzar la felicidad mediante nuestros actos que inyectarse heroína y sentir algo menos que tu mejor polvo multiplicado por mil.
Detrás de todo esto puede decirse que la felicidad no es más que una predisposición orgánica del cuerpo, una sensación que tenemos y ya está. Admitir esto, además de ser profundamente desconsolador para la gente, es caer en un error. No es lo mismo ser feliz que sentirse feliz. Además, que aceptar las teorías tan radicales que manejan ahora ciertos científicos (si se les puede llamar así) implicarían cosas que ni siquiera ellos mismos están dispuestos a admitir. Se creen que por decir estas patochadas han eliminado ese resto cristiano que llaman alma. Lo que hacen es promoverlo. No han creado una única materia, sino que han incluido el alma dentro de lo físico. Siguen siendo tan dualistas como cualquier cristiano. Dicen que somos nuestro cerebro, pero sin embargo hablan de YO siento porque mi cerebro… incluso verbalmente deben separarlo. Tenemos un serio problema para determinar que es la felicidad y aunque no voy a dar respuesta, voy a intentar crear una reflexión acerca del tema.
Vamos a hacernos una primera pregunta. ¿Qué es la felicidad? Sinceramente, no lo sé. Sin embargo, todos pensamos que es una forma de completitud. Cuando somos felices, de alguna forma, estamos completos. Quizá nos acercamos a la completitud. Sea lo que sea, es una meta, o nos lo proponemos como tal. Dejemos por ahora esta pregunta sin responder. Veamos los factores.
¿Quién puede ser feliz? ¿Cómo lo es? ¿Dónde la encuentra? Preguntas difíciles. Aquí voy a partir de Kant. Según el filósofo alemán, la felicidad es un fin, y como tal, hay una causa de ese fin. Esto sería el deseo. Yo deseo, entonces hago todo lo posible para alcanzar cierto cumplimiento de deseo. Un mandato que diga “si quieres ser feliz, deberás hacer tal” implica una condición. Esa condición es algo terrenal. Parte del deseo. A partir de ese hacemos acciones y, en consecuencia, si conseguimos traer al ser aquello que no está y que nos haría felices que estuviera, somos felices. Con traer al ser me refiero a modificar el mundo para conseguir lo que sea, no sólo construir o algo así.
Esto para él es malo porque no actúa conforme al deber, sino conforme al deseo, a la materialidad, a aquello que es más irracional. ¿Qué puede haber más irracional que el deseo?
Todo esto tiene un motivo. Encontramos que quien puede ser feliz, es aquel ser que desea y busca cumplir el deseo. Pero no sólo eso, el único que puede ser feliz es aquel que elige entre lo que quiere y lo que debe. En otras palabras, el único que puede ser feliz es aquel que desea y es libre.
Hago hincapié en este punto para aquellos que consideran que los animales pueden ser felices. Es imposible admitir la felicidad, el deseo, si no hay una libertad de acción. Si una persona, por lo que sea, está obligada a dar un guantazo a cada persona con la que se cruza en la calle no decimos que es feliz haciendo lo que hace, decimos que no lo puede hacer de otra manera. Exactamente. Si no podemos actuar de otra manera, no elegimos. Si no podemos elegir, no podemos desear, ya que el mundo es como es y no podemos decidir que algo que no es pase a existir (desear).
Resumo hasta ahora. Partiendo de todas las circunstancias y partes que hay para alcanzar lo llamado felicidad, encontramos diferentes cosas. El deseo es querer traer a la existencia lo que no existe. Para poder decidir cambiar el mundo, hace falta ser libre para poder rechazar lo que pasa por sistema. El mundo es algo que tiene leyes, pero el deseo no. Si el deseo tuviera leyes, entonces no sería deseo, sería una predisposición natural, simplemente. No habría felicidad si todo fuera determinado, ya que no nos haría ni felices ni infelices, sino simplemente lo que somos. La felicidad y el deseo suponen la nada, lo que no es, lo imposible.
Sin embargo, el hombre no es sólo deseo. Es también deber. Tenemos razón y tenemos pasiones. A veces, con razón, negamos nuestros impulsos y los apartamos y no los cumplimos por considerarlos poco factibles. Esto hay dos formas de explicarlo. Por un lado, nuestro deseo es conseguir algo con la mejor estrategia posible. Esta estrategia la determina la razón, que nos permite crear cadenas de acciones hasta llegar al fin. Por otro lado, podría decirse que estos conceptos son contrarios y la razón se da cuenta de que ciertos afectos son malos. Aquí distinguiríamos entre los que se guían de forma egoísta y los que se guían pensando con la cabeza y viendo la mejor solución de todas.
Por la cuenta que nos trae, la única forma de ser felices es admitiendo que somos seres con pasiones, ya que la razón nos asegura un camino, pero no nos permite la felicidad.
A mi amigo le planteé un problema y es si todos los hombres pueden llegar a ser felices por igual. ¿Son igual de felices cualquier persona que haga cualquier cosa que desee? Mi apuesta era que sí, pero era reticente a pensar que la felicidad de ciertos residuos sociales era igual que la mía. No es lo mismo una persona que busca la felicidad que aquel que la consigue metiéndose droga, si es que la consigue. Entonces, me di cuenta de que era muy difícil determinar qué hace feliz a la gente. Pero, entre todas las cosas que veía, había algo que no me encajaba y era el valor de las personas.
Parece duro decirlo así, pero tiene explicación. Obviamente no todas las acciones son iguales y todas tienen una causa común: el deseo. Entonces, si el origen del deseo es el hombre, había que ver si éramos distintos ese tonto de baba que disfruta “viviendo la vida” o yo.
Hasta ahora, hemos visto que la felicidad era llevar al ser aquello que deseamos. Por tanto, la infelicidad será cuando deseamos algo y no está. Ejemplo: si yo amo a alguien y no consigo que me ame, seré infeliz, pero si ella también me ama, el mundo exterior es como deseo que sea, y por tanto soy feliz. Hay una cierta adecuación entre el deseo y el mundo cuando somos felices. De esta manera, es fácil darse cuenta que hay un sujeto que desea y un mundo que se configura y da un resultado.
Entonces, me pongo a pensar en las modas, y en un montón de idioteces que nos entran por los ojos. Que la felicidad es sensaciones, que es algo del mundo, etc.
Yendo por partes. La ciencia sólo puede estudiar el mundo físico. Este mundo es el mundo exterior a nuestra conciencia, donde están las pasiones que son, por cierto, incontrolables. Si decidimos que la felicidad es parte del exterior, lo que conseguimos es que su causa también lo sea, es decir, el deseo. Si el deseo es exterior, entonces no deseamos y si no deseamos… ¿qué clase de hombres somos? ¿Realmente merece la pena buscar la verdad del deseo en la ciencia para luego dar con un ser humano vacío, sin pasión alguna y sin nada con lo que vivir más que con una conciencia que sabe que es falsa? Lo único que realmente no necesita justificación para ser nuestro, lo único que nos hace realmente libres que es el desear se intenta convertir en un fenómeno más, en algo que no es nuestro. Deberíamos tener cuidado con nuestras afirmaciones.
Pero cabe otra forma de tratar la felicidad parecida a esta y que tampoco es correcta. Si estamos de acuerdo en que el mundo es de una manera y sólo dependiendo de él se verán cumplidos nuestros deseos, ante la idea de imposibilidad de cumplir los deseos, existe una forma de intentar alcanzar la felicidad y que podría ser factible. Con la ciencia el problema que tenemos es que objetivamos tanto el deseo que simplemente deja de ser nuestro. Ahora vemos el mundo. Vemos que deseamos y no podemos cumplir nuestros deseos. Entones hay dos formas de actuar: asumir con madurez y asumir con inmadurez.
El término madurez lo utilizo tal y como está entendido coloquialmente. Los niños son inmaduros porque todo lo que desean lo quieren sin tener en cuenta que no puede ser alcanzado. La madurez es asentar la cabeza y asumir el mundo como es. Pero como digo, hay dos formas de actuar.
Asumir con madurez implica aceptar el mundo como es. En esto coincide con la otra forma que veremos posteriormente. No obstante, lo que se llama madurez se basa en una negación del sentimiento. Sin lugar a duda, cuando decimos que debemos ser maduros significa que aceptes la realidad y dejes de desear lo imposible (deja de ser de un niño).
Antes de pasar a la otra forma, conviene explicar las consecuencias de esta. Con ejemplos de infelicidad se puede ver mejor esto. Si tenemos el deseo A y para cumplirlo necesitamos que el mundo sea B, pero resulta que es C, podemos asumirlo partiendo del propio mundo. En otros términos: dejo de desear A porque B es imposible y, en consecuencia veo el mundo C. Pero, ¿cuál es ese error de admitir el mundo? De admitirlo ninguno. El problema es que, por mucho que lo admitamos, seguiremos deseando la felicidad, de manera que si el deseo A resulta problemático por hacernos infelices, puedo cambiarlo. ¿Cómo? Veo el mundo C y descubro que me puede proporcionar satisfacción si deseo D. En tal caso, cambio A por D y, como el mundo es C, soy feliz.
Este camino puede parecer que no tiene ningún error y alguien podría decir, pues será verdaderamente feliz. El problema es que no se tiene en cuenta de donde viene la pasión. Teniendo el deseo A, realmente tengo el deseo propio de mí. Soy una persona tal, con tal circunstancia y tales valores y deseo esto (A) y no aquello (D). Afirmarme como hombre, como individuo, supone además afirmarme como ser que desea y que piensa. Mis pensamientos son míos, igual que mis pasiones. Los pensamientos, o razonamientos si lo queréis llamar así, son en base a deberes, verdades, argumentos… cambiar de argumentos no es malo si me doy cuenta que hay otros más sólidos y perfectos. Sin embargo, el deseo es irracional y como tal no tiene sentido alguno cambiarlo. Puede cambiarse involuntariamente, pero cambiarlo no. Por eso, la persona que pasa de desear A a desear D, lo único que hace es matarse como persona porque está dejándose doblegar por el mundo. Sus afectos empiezan a ser programados por un mundo exterior cuando lo importante es que sean de uno mismo.
Por tanto, cambiar de deseo supone la eliminación del sujeto como ser pasional y un ser que no tiene pasión, nunca podrá ser feliz verdaderamente. Será sólo un ser satisfecho con el mundo que se le ha dado, pero dudaría mucho de llamarlo persona por haber eliminado parte de su identidad personal.
La otra vía es la inmadura, es decir, la que te dice que no cambies tu deseo. Esta vía es la única por la que podemos ser felices, sin embargo, es una vía de sufrimiento. El motivo es claro. Yo deseo A y el mundo debería ser B para que yo fuese feliz, pero como es C no puedo. Empero, no me elimino como persona, no mato mis pasiones por el mundo, lo que significa que seré infeliz. Esto no significa que el mundo sea un valle de lágrimas, sino precisamente de esperanza. La búsqueda de la felicidad consistirá en afirmar mis pasiones y mirar el mundo. Asumo que no puedo cumplir mi deseo. Pues, si este no cambia con el tiempo, estaré con el ojo puesto para que, en cuanto cambia el mundo, intente cumplir mis objetivos. Lucharé, tendré derecho a mosquearme con el mundo, seré desgraciado por no ser feliz.
Resumiendo. Lo primero que debemos hacer es afirmarnos a nosotros mismos, aprender a conocernos, sentir nuestros afectos y comprender nuestras razones. Después miremos el mundo y si no es como queremos que sea, sed infelices, pero caminad hacia la felicidad, cambiadlo en el primer despiste que tenga. “Una de las ventajas de no ser feliz es que se puede desear la felicidad.” decía Unamuno y no se equivocaba, porque lo importante es desear."